top of page
Buscar
Foto del escritorGemma Sanz

¿Qué es el movimiento libre?

Actualizado: 24 abr 2022

Todas las madres y padres queremos lo mejor para nuestro hijo –hija-. Pero he aquí la gran pregunta: ¿Qué es lo mejor?


Queriendo lo mejor para él –ella- , con toda nuestra buena intención le llevamos de las manos para que aprenda a andar, le subimos al tobogán y le deslizamos por la rampa para que se lo pase bien, y le premiamos con un “muy bien” cuando alcanza un nuevo logro.


¿Pero es esto “lo mejor” para mi hijo -hija-?

.Noooooooo.


¿Y cómo sé qué es lo mejor?

Es necesario conocer lo que necesita una persona en sus primeros meses y años de vida.



Hoy quiero seguir profundizando sobre cómo se lleva a cabo el desarrollo humano, y en particular, el desarrollo motor. Vas a ver que es muy importante permitir que tu hijo –hija- lleve a cabo su desarrollo motor por sí mismo, sin tu ayuda. Y te voy a dejar una pequeña guía de cómo hacerlo en la práctica.



Niña de 3 años balanceándose en un columpio apoyada sobre su barriga
La inteligencia primero es corporal



La infancia vista desde la Biología


Los seres humanos nacemos con la mayor parte de nuestras capacidades propiamente humanas por desarrollar. Ni las estructuras neurológicas ni muchos de los órganos, los motores entre ellos, están terminados de formar. El desarrollo completo dura toda la infancia, más o menos hasta los 21 años.



Y en esto precisamente consiste la gran aventura de la infancia, en el desarrollo de las capacidades. Es la mayor fuente de satisfacción, porque es ¡la aventura de vivir y de hacerse a sí mismo!



El niño necesita experiencias para su desarrollo


De acuerdo con los estudios neurológicos más avanzados, el desarrollo de las capacidades se produce por la experimentación con el entorno por iniciativa propia.


Cada niño, cada niña, tiene en sí mismo el impulso interno de utilizar lo que le ofrece su entorno precisamente de la forma que le permite tener las experiencias que necesita para su desarrollo (siempre que el entorno sea adecuado).



No necesita que nadie le enseñe, le ayude o le motive para hacerlo.



(En el artículo ¿Qué es la pedagogía no directiva? hablo sobre este tema con más profundidad)



El desarrollo en los primeros 7 años de vida


Durante los 7 primeros años de la vida, se desarrollan las capacidades relacionadas con los sentidos y con el movimiento. (La etapa sensoriomotriz en términos de Piaget).



En esta etapa, las experiencias donde intervienen los sentidos y el movimiento son la mayor fuente de interés, y también de satisfacción. El niño va adquiriendo la conciencia de sí mismo en su relación sensorial con el mundo y en su movimiento.



Ni más ni menos que lo que vemos todos los días en los niños pequeños: continuamente buscando algo para coger, para tocar, para chupar; un nuevo lugar al que llegar, en el que meterse, al que subirse… Son las primeras experiencias, ya fuera del útero materno, del largo proceso de hacerse a sí mismos.




El desarrollo motor en los primeros años de vida


En lo que respecta al movimiento, la capacidad de moverse evoluciona en la medida que las estructuras neuromusculares van madurando. Pero para que se dé de una forma óptima necesita una condición: la posibilidad de experimentar, que en este caso se traduce en moverse libremente.



El niño, la niña, es él-en-movimiento. No necesita ayuda ni estímulos para aprender a moverse.



Con pocos meses, no necesita ayuda para aprender a darse la vuelta, para aprender a sentarse, para aprender a gatear, para aprender a andar.


Más tarde, no necesita ayuda para subir o bajar de las alturas, de los columpios, para aprender a montar en bici, para aprender a nadar...


Tampoco necesita estímulos externos aparte de los que ya ofrece el entorno. No necesita que le animemos a hacerlo, ni que le demos instrucciones o recomendaciones sobre cómo hacerlo.


Si el entorno le permite la libertad de movimientos que necesita en cada momento, él –ella- va a hacerlo por sí mismo, poco a poco. Su impulso interno y la satisfacción por hacerlo son motores más que suficientes.



Las ayudas y los estímulos externos no son más que interferencias en su proceso y le desvían de un desarrollo óptimo.



Niño de 1 año subiendo las empinadas escaleras del tobogán se apoya con las manos y con la barbilla
¡Descubre que también puede sujetarse con la barbilla!



Guía para llevar a cabo el movimiento libre


Todo lo anterior se puede llevar a la práctica desde el inicio de la vida. A continuación te dejo una guía de cómo hacerlo:


  • En los primeros meses, permítele que pase tiempo tumbado en el suelo o sobre una superficie ni muy dura ni blanda, con pelotitas u otros objetos que puedan manipular sin peligro de hacerse daño, y con suficiente espacio para moverse en función de lo que sea capaz de desplazarse. Las primaras semanas puede ser su propia cuna; después un parque; y más adelante, una zona de la casa que esté libre de peligros.


  • Cuando le traslades en brazos, cógele preferentemente en posición horizontal hasta que él mismo empiece a sentarse. Así no le adelantas una posición en su cuerpo que él –ella- aún no ha alcanzado por sí mismo.


  • Evita en lo posible el uso de cochecitos, sillitas, hamaquitas, etc. Son necesarios para salir a la calle o para viajar, pero en casa es mejor que pueda moverse libremente.


  • Si porteas, asegúrate de que lo haces con un fular o mochila en la que el cuerpo de tu hijo –hija- esté completamente sostenido, para no forzar posturas para las que todavía no está preparado (muchas de las que hay en el mercado no dan esté sostén).


  • Si porteas, asegúrate también de que tu hijo –hija- tenga muchas oportunidades de moverse libremente en un espacio adecuado para su momento madurativo: una superficie para darse la vuelta, desplazarse reptando, gateando, etc. El contacto físico que aporta el porteo es muy valioso para él –ella-, pero igual de valioso para su desarrollo es el movimiento libre.


  • Túmbale boca arriba mientras no sepa darse la vuelta por sí mismo. Así no le adelantas una postura para la que todavía no está preparado.


  • Túmbale mientras no pueda sentarse por sí mismo.


  • Cuando empiece a desplazarse reptando, permítele que explore la casa quitando de su alcance cualquier cosa que pueda ser peligrosa o se le pueda caer encima.


  • Túmbale o siéntale mientras no sepa ponerse en pie por sí mismo.


  • Permítele el gateo lo más posible, incluso en lugares fuera de casa. Es una fase fundamental del desarrollo.


  • Cuando empiece a ponerse de pie, no le lleves de las manos ni le ofrezcas andadores. Incluso aunque él –ella- ya sea capaz de andar agarrándose. Es fundamental que él encuentre el equilibrio por sí mismo, porque eso va a permitir que las estructuras neuromusculares se desarrollen de una forma óptima.


  • Cuando empiece a subirse a alturas (sillas, sillones, mesas bajas…), prepara algunas en casa para que pueda hacerlo sin peligro. Quizá necesites transformar un poco la disposición del mobiliario, pero la importancia de esta experiencia justifica esta incomodidad pasajera.


  • No le animes a que empiece a andar. Permite que ocurra cuando él lo haga de forma espontánea porque será cuando su organismo esté preparado.


  • Tampoco le premies cuando dé sus primeros pasos. Su satisfacción interna es el mejor premio para él. En lugar de eso, puedes alegrarte con él cuando él muestre su alegría.


  • Cuando empiece a utilizar los columpios, permite que lo haga a su manera. No le animes a que haga cosas nuevas; él las hará cuando se sienta preparado.


  • Tampoco le ayudes a hacer lo que no puede hacer por sí mismo. Es experimentando como va a desarrollar las destrezas que necesita y va a conocer sus capacidades, y también sus limitaciones.


  • Si en algún momento te asusta lo que hace, simplemente quédate cerca por si tuvieras que impedirle una caída fuerte. Poco a poco vas a darte cuenta de que es mucho más capaz de lo que pensabas.


  • En un caso extremo en que consideres necesario ayudarle, mejor ofrécele una ayuda pasiva. Es decir, permítele que se apoye o se agarre a ti, en vez de cogerle y moverle tú.



Niño de 3 años trepando por un árbol con gran destreza y seguridad en sí mismo
Cuando los columpios se quedan pequeños... ¡los árboles!



Claves para el movimiento libre


Todo lo anterior se puede resumir en 2 claves fundamentales:



PRIMERA: Ofrece a tu hijo –hija- un espacio que sea seguro y que a la vez le permite experiencias suficientemente ricas y variadas para su momento madurativo.


SEGUNDA: No le fuerces, no le animes, no lo hagas por él -ella-, no le enseñes, no le resuelvas las dificultades que le aparecen en su movimiento.



Y AÑADO UNA MÁS: observa y disfruta de la belleza del despliegue de sus habilidades motrices. Después de más de 20 años con niños pequeños, ¡yo sigo maravillándome!



¿Quieres saber cuáles son los beneficios de permitirle su desarrollo motor de esta forma? Te lo cuento en el artículo siguiente.


112 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

コメント


bottom of page