Nada de lo que es importante para una persona, adulto o niño, puede venir desde fuera. Ya sea el proceso de aprender a andar, de encontrar solución a un problema de matemáticas o de procesar una situación dolorosa. Nadie puede hacerlo sino uno mismo.
Por supuesto, sí está determinado por lo que ocurre fuera, sea el entorno físico o sean otras personas. Pero siempre es resultado de una de decisión personal, De un proceso interno relacionado con el nivel de madurez de la persona. Consciente o inconsciente.
Esta es la esencia de la no directividad que Mauricio y Rebeca Wild llevaron a la práctica cotidiana con los niños: no dirigir su vida desde fuera. Permitir que sea cada uno, cada una, el que la dirija desde dentro.
¿Qué significa "no dirigir la vida desde fuera"?
Significa no poner a andar a tu hijo -hija-, y permitirle que él mismo lo haga cuando esté preparado.
Significa no resolverle el problema de matemáticas ni muchas de las dificultades que se le presentan, y permitirle que sea él mismo el que encuentre sus soluciones.
Significa no decirle cómo tiene que sentirse, y permitirle que transite sus emociones a su manera...
¿Significa entonces que le dejo que haga lo que quiera? ¿O que me mantengo al margen de su vida?
Nooooo. ¡No tiene madurez para tomar muchas decisiones de su propia vida!
¿Entonces, qué es lo que le permito dirigir y qué dirijo yo?
¡Esta es la pregunta del millón! Es imposible responderla en pocas palabras, pero nos va a servir de punto de partida para la reflexión.
Hoy te voy a hablar de Mauricio y Rebeca Wild, los primeros en llevar la no directividad a las relaciones con los niños. Y también de cómo se lleva a cabo el desarrollo humano, que es donde se apoya la no directividad.
Mauricio y Rebeca Wild, y el proyecto Pestalozzi
Mauricio y Rebeca Wild crearon el proyecto educativo "Pestalozzi" que estuvo activo cerca de 30 años; el Pesta. En el Pesta deja de ponerse el foco en “que el niño aprenda” y pasa a ponerse en que se desarrolle como ser humano, atendiendo a todos los aspectos de su ser, y no sólo el cognitivo.
En el Pesta, el maestro, en su labor de enseñar, deja de ser el protagonista. El protagonismo pasa a cada niño, a cada niña, que simplemente vive y experimenta.
En palabras de Mauricio Wild: “Es porque vivimos que aprendemos”.
Lo que dice la ciencia sobre el desarrollo humano
El trabajo de Mauricio y Rebeca Wild está apoyado en un conocimiento profundo del desarrollo del ser humano. Quizá su valor más grande sea haber sabido llevar el conocimiento científico a la vida cotidiana con niños
Su punto de partida es que todos los seres vivos en general, y los seres humanos en particular, nacemos con el potencial para desarrollar todas las capacidades que son propias de nuestra especie. Y vamos activando estas capacidades poco a poco, de acuerdo a un plan interno que es propio de cada especie..
Centrándonos en los seres humanos, en los niños y en las niñas, la activación de sus capacidades humanas (andar, hablar, leer…) se produce por las experiencias concretas con el entorno y por decisión propia.
Pero no se produce de cualquier forma; es necesario que sean las experiencias adecuadas en el momento adecuado.
¿Cuál es el momento adecuado?
Como en la construcción de una casa, en el desarrollo del ser humano se tienen que construir los cimientos antes que el tejado. El desarrollo de ciertas capacidades más elevadas necesita que previamente se hayan desarrollado otras capacidades más básicas, sobre las que se van a apoyar las más elevadas.
Para garantizar que los cimientos se construyan antes que el tejado, nuestra naturaleza humana, nuestro código genético, marca un orden y unos tiempos en el desarrollo. Y para ello el organismo va madurando siguiendo ese orden y esos tiempos.
La maduración del organismo en ese orden y esos tiempos es una condición necesaria para desarrollar cada una de las capacidades.
Es algo que vemos fácilmente. Por mucho que estimulemos a un niño para que ande, no va a poder hacerlo hasta que sus estructuras neuromusculares estén maduras para ello. Por mucho que razonemos con él, no va a poder comprender hasta que sus estructuras neurológicas hayan alcanzado el grado de maduración que permite el pensamiento lógico.
¿Cuáles son las experiencias necesarias?
Además de la maduración del organismo en su orden y sus tiempos, para que se produzca el desarrollo de las capacidades hay otra condición: la experimentación con el entorno.
Tener determinadas experiencias concretas, justo las que se necesitan para la activación de cada una de las capacidades.
El ejemplo más claro es que cada niño, cada niña, tiene el potencial de hablar cualquier idioma. Pero sólo va a activar la capacidad de hablar la lengua que se hable en su entorno; el idioma con el que experimente.
Las experiencias son el alimento para el desarrollo
La primera condición, la maduración del organismo, es algo que simplemente ocurre por el hecho de estar vivo y suficientemente sano.
Por el contrario, la segunda condición, las experiencias adecuadas con el entorno, es algo que cada niño, cada niña, “tiene que hacer”. No ocurre por sí mismo. Por ese motivo, repitiendo las palabras de Mauricio y Rebeca, las experiencias son el alimento para el desarrollo.
Y aquí de nuevo la naturaleza juega a favor: del mismo modo que siente hambre y apetito por los alimentos que contienen los nutrientes que necesita en cada momento, cada niño, cada niña, siente hambre y apetito por las experiencias que necesita en cada momento para su desarrollo.
Esto se traduce en un fuerte impulso por extraerlas de su entorno, por vivirlas, por empaparse de ellas. Seguir ese impulso es lo que significa “experimentar por decisión propia”.
Y porque la naturaleza es perfectamente coherente, estas experiencias, justo las que necesita para el desarrollo, son fuente de placer y satisfacción.
En realidad, estas palabras complejas no significan otra cosa que lo que puedes ver diariamente en tu hijo –hija- : su impulso irresistible por cogerlo todo, por meterse en cualquier hueco, por jugar con el agua, por meter los dedos en cualquier agujero, por subirse a cualquier altura, por meterse en los charcos, por mancharse con el barro…
El niño es el autor de su propio desarrollo
Aunque estas palabras no traen información nueva, sí traen una consideración nueva: el valor de estas experiencias para el desarrollo.
Resulta que lo que el niño necesita para convertirse en un adulto en su potencial más elevado son precisamente las experiencias que elige de forma espontánea.
Eso sí, necesita que el entorno sea adecuado. Esto es tan importante que lo desarrollo en profundidad en otro artículo.
Nuestra responsabilidad como madres y padres
Con esta nueva mirada sobre el desarrollo, nuestro papel de madre, de padre o de educador cambia por completo. Dejamos de ser los que decimos lo que hay que hacer, los que marcamos metas o ponemos expectativas, a ser los responsables de ofrecerle los entornos que permiten en cada momento las experiencias que el niño necesita para su desarrollo.
¡Pero esto no es sólo un planteamiento escolar! Aunque Mauricio y Rebeca partieron del propósito de construir una escuela para su hijo menor, su proceso personal les llevó a cerrar la escuela, 30 años después, para llevar este planteamiento a la vida en familia. De ahí nació el proyecto integral del León Dormido.
Y aún hay más…
El AMOR es lo primero
También la ciencia nos dice que, para que un ser humano, niño o adulto, pueda entregarse a su desarrollo, primero tiene que tener la seguridad de que sus necesidades de supervivencia están y van a estar satisfechas. Cuando no es así, garantizar la supervivencia se convierte en su prioridad, incluso aunque su desarrollo se vea perjudicado.
Y para un niño, el amor de su madre, de su padre, o de la persona que le cuida, es una necesidad de supervivencia al mismo nivel que el alimento.
Antes que un entorno adecuado, tu hijo –hija- lo que necesita es tu amor.
Parecería que esta condición en realidad no cambia nada, pues todas las madres, todos los padres, amamos a nuestros hijos. Sin embargo, el amor que necesita tu hijo –hija- es más que un sentimiento. Nuestra biología humana también determina cómo es amor que necesitamos en cada momento de la vida.
Tu hijo -hija- necesita vivenciar tu amor de una forma muy determinada en las situaciones del día a día. Un tema tan profundo que le dedicaré un artículo completo.
Comprender la no directividad necesita tiempo
Me enamoré enseguida del enfoque no directivo de Mauricio y Rebeca Wild. Sin embargo, necesité mucho tiempo y muchos errores para comprenderlo en toda su amplitud. ¡Malinterpreté sus palabras muchísimas veces! Pero me mantuve en el camino y eso me permitió crecer como persona y como madre.
Es habitual interpretar "no dirigir al niño" como "permitirle que haga lo que quiera".
Es habitual interpretar que "el niño toma decisiones" como "darle todo lo que pide”.
No se trata de eso...
A lo largo de este blog te iré contando de qué se trata. Te iré aportando mis vivencias y mis reflexiones ¡para que no necesites cometer tantos errores como yo cometí!
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